Armonía Ancestral

Nacieron en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el seno de la comunidad Ika (arhuaca), pero un largo camino los trajo al oriente antioqueño. En la vereda Montañita de Marinilla han construído una Casa Madre llamada Zaku Kwariwan, allí vive toda la familia, cosechan sus alimentos y practican la medicina ancestral. A la Casa Madre llegan personas de todas partes que buscan sus caminos a través de la toma de plantas medicinales. En las ceremonias han entendido que la música es también una medicina que armoniza y alimenta el espíritu.

Bunkwawin (kena), el mayor del grupo, habla y todos escuchan con atención. Cuenta la historia de cómo inició su camino en la música, cómo decidió enseñar música a su hermano Kwarúngumu (bajo) y su hermana Gunkey (charango) y cómo en las ceremonias la música los conectó con Juan Carlos (kena), Julián (guitarra), Estiven (percusión) y Laura (gestora del grupo). Juntos buscan sacar la armonización de las ceremonias y ofrecer su música como medicina a quien quiera escuchar.

Músico.Local: ¿Cómo empezó su recorrido en la música?

Bunkwawin: Recuerdo que en mi cultura, la comunidad ika (arhuaca) de la Sierra Nevada de Santa Marta, mi hermano mayor y yo cortamos un tubo de PVC y empezamos a hacerle huequitos y a sacarle sonidos, una forma de charu, un instrumento que se toca mucho en un ritual muy especial de nuestra comunidad. Gracias al apoyo del universo, de Serankwa y Arwawiku (guardianes de las montañas). Desde ahí nace el espíritu, así se comenzó.

Músico.Local: ¿Cómo fue el paso del tubo de PVC al ziku y a la kena?

Bunkwawin: En mi comunidad una vez participé en una ceremonia que hacían los mamos, que son los sabios, estuvimos en una ceremonia muy especial. Entonces tocaban charu, que es una flauta, tambores, kungʉi, que son caracoles y había varias personas disfrazadas con plumas y caracoles. Esa era como la danza para los alimentos. Me pareció un tema muy importante, y fui muy afortunado porque no dejan entrar así no más, aunque sea de la misma comunidad, para poder llegar allá tiene que hacer ciertos rituales. Por ahí comienza el tejido con la música. Después con el tiempo, mi hermano y yo fuimos compartiendo y conociendo a muchas personas que son de distintos pueblos (indígenas) y empecé a escuchar esos sonidos de vientos, que son las kenas, las flautas y en una experiencia que tuve, la medicina fue mostrándome unas ciertas melodías. Fue algo tan maravilloso que me ponía como a viajar. Parecía que era como del cosmos, y eso me elevaba y me decía que yo tenía que tocar eso, y de hecho me regalaron el instrumento. Y así comenzamos empíricamente a sacarle sonidos, como guiados por la medicina, siento que esa medicina me transmitió mucha magia a través de la música.

Scuilo
Músico.local: Acabas de contar la historia de cómo tú y tu hermano mayor tomaron el camino de la música, ¿cómo empiezan Kwarúngumu y Gunkey ese camino también?

Bunkwawin: Porque ya llevando un tiempo en la medicina, voy encontrando la importancia que tiene la música en nuestra cultura. Precisamente antes de construir esa palabra Zamaikwa, siempre iba pensando en los mamos, porque los mamos hacen melodías, cantos, que son como una energía para invocar. Entonces así fui comprendiendo la historia de nuestra comunidad. Los mamos hacen esa invocación y agradecimiento a los verdaderos dueños de los alimentos. Yo encuentro esa importancia, y sentía que la música me iba enseñando cada vez más, la paz, la tranquilidad que me transmite, entonces eso hacía que yo hiciera una reflexión muy grande. Yo pensaba, la juventud, hablo de mi comunidad, se dispersa por muchas interferencias, cosas que llegan de afuera, de pronto en algún momento crucé por ese camino. Ahora tengo que ayudarle a la juventud, yo decía, “qué bueno que la juventud pudiera entender qué es la música, qué significa el canto de los mamos". Así, entendiendo esa importancia conservaríamos nuestra identidad y nuestra cultura, nuestro lenguaje, porque ahí es donde está la memoria. Cuando estuve en la Universidad estudiando Pedagogía de la Madre Tierra, mi tesis fue haciendo trabajo con la familia, acá, donde participó toda mi familia, y mi hermano mayor y yo hicimos trabajo de campo. Entonces en ese trabajo mi hermanita (Gunkey) y mi hermanito (Kwarúngumu) querían aprender la música, y fue como una preocupación que los hermanos caminen bien con su buena conexión con la música, y que no fueran a dispersarse sobre todo metidos en este mundo (por fuera de la comunidad). Porque aquí encontramos muchas cosas bonitas, pero encontramos cosas que nos pueden desviar y nos pueden alejar de nuestra realidad, de lo que somos. Fueron momentos muy bonitos, y me siento muy contento porque arrancaron con buen corazón. Así fui entendiendo que esta música también es una medicina.

Músico.local: Nos has contado cómo la música ha sido un vehículo para mantener la conexión con la cultura Ika, y con el pensamiento, pero hay un momento en que ustedes se empiezan a relacionar con personas que no vivieron esa experiencia, ¿cómo la música puede ser una forma de establecer un diálogo con otras comunidades?

Bunkwawin: Eso es algo tan bonito. Porque uno en el camino va construyendo, va encontrando lo que no se imagina. Cuando comenzamos con Zaku Kwariwan, hubo momentos muy bonitos, porque hubo varias personas que estaban con esa intención. Muchas personas que van a tomar medicina (a Zaku Kwariwan) por su propia reflexión, porque quieren encontrar su camino, entonces la música siempre ha sido como un vehículo para llevar a eso. Lo relacionaba mucho con los alimentos, los alimentos no sólo los come el pueblo nativo, el alimento nos une a todos los hermanos que habitamos sobre esta tierra. Ahí no importa la raza, de dónde venga, porque nos une. Allí me doy cuenta que no soy yo el que pertenece a un pueblo indígena o una cultura, no, me doy cuenta que todos somos de ahí. Por eso en nuestra cultura se dice ika, "i" es gente y “ka” es tierra: gente de tierra. Entonces claro, todos nos encontramos ahí, porque somos gente de tierra.

Estiven: Yo llegué a la casa madre, con nuestro compañero Juan Carlos, en búsqueda de la medicina y las reflexiones. A mí me llamó el tambor desde la experiencia de estar interno en una toma (de plantas medicinales), sentí que el tambor era la conexión desde la música. Y desde ahí conocí a los compañeros, y empecé a acompañar las ceremonias con el tambor, a armonizar. El camino nos ha unido.

Músico.local: ¿Y cómo surge, entonces, Zamaikwa?

Bunkwawin: Es todo un tejido. Ha sido un proceso muy bonito. La música también necesita un orden. Nos encontrábamos varias personas cuando hacíamos ceremonias y la música y las reflexiones fluían. Entonces yo decía “esta música también es una medicina, es una medicina muy bonita”, entonces pensé que se le debía dar un orden. Comienzo por asegurar los instrumentos, la flauta, la kena, la zampoña, que son instrumentos de madera, se debe tener en un lugar adecuado. Ese era mi sueño, mi proyecto. A partir de ahí, conocí a mi hermosa compañera (Laura). Ella llegó a la casa madre y le dije que yo soñaba con eso. Me dijo “yo te ayudo a construir esto, hagamos una rifa, yo me encargo”.

Laura: Cuando yo conocí a Iván (Bunkwawin), me habló de su sueño musical. Los sueños nos acercan, yo siempre he sido soñadora y creo en el tejido humano, que todos llegamos lejos y construimos un gran mundo o una gran familia desde el tejido humano. Entonces pensé en la rifa para construir la casa musical. Primero vamos a tener un espacio donde guardar instrumentos, donde hacer ensayos, donde reunirnos, donde encontrarnos. Vamos a sacar esa medicina, proyectarla al mundo, a las personas, y a otros lugares. Hicimos toda la gestión, pedimos ayuda a varias personas, y conseguimos los recursos para construir la casa musical, ya está construída en Zaku Kwariwan. Desde los recursos hasta la construcción fue todo a través del tejido humano, cada persona hizo su aporte en dinero, el que no pudo en dinero fue a trabajar y así creció el espacio.

Músico.local: Zamaikwa es el nombre de la casa, pero además significa...

Bunkwawin: Es como se dice "para cantar" en nuestra cultura. Y quería como proyectar algo de corazón, que sea una energía de la música que nos pueda alimentar. Así cuando uno hace una ceremonia, cuando se toca de corazón suena y transforma. Los mamos por ejemplo cuando cantan, ellos no tienen unas notas ordenadas, lo que salga de corazón. "Zama" es alimento e "ikwa" es protección, entonces los mamos cantan para proteger el alimento, y el alimento es nuestro espíritu. Esto es una forma de mostrar al mundo que la música no es solo para escucharla simplemente, sino que la música es un alimento para todos.

Músico.local: Finalmente, "Camino infinito", la canción que acabaron de grabar, ¿cómo llegaron a ella?

Bunkwawin: Ese camino infinito... Vuelve otra vez la medicina, porque fue un regalo. Me acuerdo que un día, estando bien conectado, la medicina me mostró la melodía. Yo veía un camino tan grande que tenía que caminar por todo ese sendero, y escuchaba a la vez como una melodía tan bonita. Veía como un águila pasar, y ese águila era yo. Pero recuerdo que lo que me mostraba era ser un águila y recorrer ese camino infinito. Y con Kwarúngumu nos sentamos, le dije “a mí me regalaron esta melodía, hagamos algo con esto”. Antes de recibir la noticia de la grabación había soñado que me encontraba a mis abuelos paternos, que ya están en otro plano, y me decían que yo debía componer una canción para ellos. Desde allí, yo interpretaba, no solo es a mi abuelo sino que es a mis ancestros, a mi origen, a mi descendencia, a ese linaje. El sueño me decía: "cuando le compongas una canción a tus abuelos va a tomar fuerza". Cuando me dieron el mensaje de esta grabación, y que debía ser una canción propia, dije ahí está, ya lo había visto. Le dije a los compañeros, “por qué no me ayudan a darle fuerza a esto, porque es un tema que me lo regalaron hace mucho tiempo y tiene una relación con lo que me está mostrando el camino, este proyecto”. Entonces con Estiven, con Juan Carlos, con Julián nos sentamos a grabar en un celular.

Scuilo